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El Cuerpo Me Cuenta

  • nathabenitezo
  • hace 6 días
  • 2 Min. de lectura

Hay momentos en los que no necesitamos palabras. Basta un silencio, una sensación que se instala en el pecho, una tensión en la espalda o un nudo en la garganta… para que el cuerpo hable. Porque sí: el cuerpo cuenta historias. Y no cualquier historia, sino la más íntima, la más verdadera, la que hemos olvidado escuchar.


Recordé hace poco un pasaje del libro de Metagenealogía, de Alejandro Jodorowsky, donde narra su encuentro con una curandera. Ella no necesitó saber de su biografía ni leer diagnósticos. Solo le pidió que se recostara. Lo tocaba con respeto, lo escuchaba con las manos, lo olía, lo sentía…Y mientras lo recorría, decía cosas como:

"Aquí guardas un miedo antiguo"

"Esto es de tu madre"

"Este dolor no es tuyo, viene del abuelo"


Y así, sin preguntas racionales, comenzó a liberar.

Ese recuerdo me abrazó fuerte, porque justamente estas últimas semanas mi cuerpo vino a hablarme. No con palabras, sino con molestias, tensiones y silencios incómodos. Vino a contarme que algo no estaba bien… y yo, en el ruido del día a día, no había querido escuchar.

Entonces entendí de nuevo —como quien lo recuerda en el alma— que todo es energía. Y el cuerpo es el puente entre lo visible y lo invisible.


En cada parte de nuestro cuerpo se guarda una historia: – En los hombros, lo que cargamos. – En la garganta, lo que callamos. – En el vientre, lo que no pudimos sostener. – En el corazón… todo lo que no supimos cómo amar.


Y no es casual. Nuestro cuerpo energético está en diálogo constante con nuestra alma, con nuestro linaje, con el universo. A veces se manifiesta como fatiga, a veces como un síntoma físico, a veces como una sensación que no entendemos, pero que no se va. Y cada vez que nos detenemos a escuchar, un pequeño acto de sanación ocurre.


Hoy quiero invitarte a algo simple pero poderoso: a escucharte, a poner tus manos sobre tu cuerpo y preguntarte:

¿Qué me estás contando?

¿Qué emoción hay escondida aquí?

¿Es mío esto que siento, o estoy siendo canal de una historia antigua?

¿Me pertenece?


Cuando nos acercamos al cuerpo con amor y presencia, sin juicio, él responde. Tal vez no con palabras, pero sí con imágenes, emociones o intuiciones que vienen del alma.

El cuerpo no miente. Solo espera ser escuchado.

Y quizás, en ese acto tan sencillo, comienzas a volver a ti, a reconocerte, a liberar, a sanar.

Gracias por estar aquí, gracias por leerte, gracias por recordar que tú también eres energía, y que cada parte de ti guarda una voz sagrada.


Nathalie

 
 
 

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